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junio 28, 2012

Llego tarde, llego tarde...


El otro día en el entrenamiento del gimnasio nos hicieron realizar series de ejercicios diferentes. Mientras estaba haciendo flexiones, sentadillas…me empecé a fijar en todos los que estábamos siguiendo el entrenamiento. El chico de mi derecha hacía todos los ejercicios muy deprisa y con una energía máxima. Luego se paraba en seco sin haber acabado la serie para pasados unos segundos reanudar a ritmo de vértigo. Un señor que estaba en primera fila empezaba a un ritmo muy pausado y se mantenía constante toda la serie pero no le daba tiempo a terminar cuando la entrenadora cambiaba de ejercicio. Uno estaba tan obsesionado con mantener la postura correcta que cuando había terminado el tiempo de la serie todavía estaba haciendo preguntas sobre si lo hacía bien y no había casi empezado.  Un señora empezaba al ritmo marcado y sistemáticamente se paraba dos repeticiones antes en todos los ejercicios dejando la serie inacabada.

No pude evitar pensar que es curioso cómo estos comportamientos representan el estilo de comportamiento de muchas personas en su día a día. Hay quien va muy rápido y quiere hace tantas cosas y todo de golpe que nunca llega a completar bien la tarea por falta de organización y dosificación. Están los que por cautela tardan demasiado en llegar a su objetivo. Los que tienen que analizar todo antes de empezar. Están aquellos que realizan muy bien su tarea pero dejan la última parte inacabada…

Ahora que algunas empresas en el sector educativo están en el cierre de su año escolar y yo me encuentro involucrada en alguna de ellas,  estoy viviendo  lo importante que es haberte organizado de tal manera que hayas conseguidos tus objetivos en el tiempo programado. No todos saben hacerlo. Lo sé por experiencia. Las personas que tienen un montón de ideas, de proyectos y que van a velocidad de vértigo son claves en la empresas, sin embargo necesitan organizarlas y centrarlas para así poder ser más eficaces y seguir consiguiendo resultados en el tiempo correspondiente. Quizá conozcas muchísimas técnicas o incluso tengas ideas novedosas sobre cómo hacer flexiones y sentadillas pero si no planificas tu actividad, difícilmente podrás ir subiendo el ritmo para quizá después llegar a complicar algo más el ejercicio, soltando una de las manos en las flexiones,  sabiendo cuál es la forma física que quieres tener.

Yo lo he aprendido con el tiempo. La planificación es importarte. Ya estés en tu estado de artista, de manager o de emprendedor. Te ayuda a marcarte una dirección. Es como si pasaras un imán a todas tus ideas y así se alinearan. Es más fácil gestionarlas para llegar a la eficacia y para ello existen un montón de métodos a nivel empresarial o a nivel personal.

En el libro “7 hábitos de la gente altamente efectiva” Stephen Covey explica el 7º hábito “Afila la sierra” a partir de la historia de un leñador que está serrando, con toda la energía posible y sin descansar un minuto,  un árbol enorme con una sierra sin afilar. Un señor que observa esta escena  le dice -¿y si paras un momento y afilas la sierra para ser más eficaz?- a lo que el leñador responde -¿la sierra? ¿y quién tiene tiempo para hacerlo?

Quizá no hace falta que lo hagas cuando vayas al gimnasio (lo mío es deformación profesional) pero de vez en cuando en tu día a día pregúntate ¿cuánto más eficaz puedo ser si me planifico bien mi dirección? ¿si reviso mis objetivos? ¿si cada mañana tengo programadas las cosas que hacer que me llevarán a conseguir los objetivos y así estar en la dirección profesional o personal que he decidido?

Y recuerda siempre que realizar el viaje es más divertido que  llegar a meta, así que ¡disfrútalo!

Que tengas una feliz semana