He
estado en NYC, he paseado, he comido, he visitado museos y he conocido a gente.
Eso es lo que creo que se hace cuando se va de viaje a NYC. Volé el 25 de
diciembre (que según un nuevo amigo es el día en que nació el “anticristo”, es
decir, él) y regresé el 31 celebrando el Año Nuevo en el avión. En el tiempo previo al viaje he reconocido la
sorpresa o la envidia en las caras de las personas que me decían ¡qué suerte! Otras,
aunque lo decían, se sentían seguidamente
muy bien porque repasaban la lista de todas las personas con las que comerían
el día de Navidad en que yo estaría sola en un avión.
Tú
haces cada día lo mismo, y yo también, te levantas, vas al trabajo por la misma
calle, hablas casi siempre con las mismas personas, te mueves socialmente entre
los locales que conoces y te vistes de la misma manera estableciendo así tu zona
de confort. La verdad es que todos
necesitamos la zona de confort, tú necesitas la zona de confort. Sin embargo,
es importante que sepas que en la zona de confort no hay crecimiento, no creces
como persona, ni aprendes, ni evolucionas.
Si eres de los que cree que ya sabes todo lo que hay que saber
seguramente seas feliz pero si estás leyendo este artículo eres de los que todavía
te queda algo de ilusión por seguir aprendiendo, creciendo como persona y
explorando esta vida. Entonces debes pararte un momento y reflexionar. Lo
puedes hacer ahora, mientras lees este artículo.
Seguramente
ya sepas cuáles son las 6 Necesidades Básicas del ser humano, según Anthony
Robbins, gran coach y motivador americano. Las primeras son la necesidad de la
rutina y la novedad. Tu cerebro necesitas las dos. El problema es que muchas personas
se quedan en la primera. Y sus vidas están constituidas de rutinas que acaban
transformándose en monotonía para acabar diciendo “me miro en el espejo y no me
reconozco”. Y ¿qué es lo que hacen para solucionarlo? Nada, porque la zona de
confort, aunque sea en una zona que no te guste, es mucho más segura que lo
desconocido que nos encontraremos al salir de ella. Salir da miedo. Para crecer
hay que salir y para mantener la mente sana también. ¿Recuerdas qué has hecho
en el último mes para salir de tu zona de confort? Si todavía no entiendes cuál
es este momento es en el que sientes miedo y aunque sigues hacia delante te
resulta incómodo e incluso preferirías no seguir adelante pero que una vez que
has conseguido salir y llegar donde tenías que llegar eres una persona más
satisfecha y sabia. Ese es el momento. ¿Cuántos has vivido en el último mes?
Ahora
cuando sales tu actitud de apertura es importante, porque seguro que conoces a
esas personas cerradas que se van a un país extranjero y te dicen “vaya mierda
esto no es una tortilla de patata, deberían venir a España para saber lo que es
comer”. Lo maravilloso de salir de tu zona de confort es que todo lo puedes
apreciar. En Programación Neurolongúística aprendes a no juzgar a las personas
porque entendemos que cada uno de nosotros tenemos un mapa mental propio. Y
cuando decides apreciar el mapa de los demás todo se transforma aprendizaje,
crecimiento, oportunidades y cariño.
Viajar
solo es uno de esos momento en los que inicialmente te sientes incómodo pero si
aprendes a valorar lo que hay alrededor tuyo, a escuchar a las personas que
encuentras en tu camino, a apreciar la belleza de tus fotos mentales y a
sentirte afortunado porque, aunque tengas momentos de soledad, tienes muchos motivos para dar gracias,
entonces, en vez de mirarte al espejo y no reconocerte, te miras y sonríes por
todo lo que has aprendido que quedará impreso en tu personalidad siempre en
continua evolución.
Y es
que tú eres la unión entre tu rutina y la novedad. Sé que es difícil ir al
trabajo por otro camino el día que llegas tarde, o cambiar de lado de la cama
si tienes una reunión importante al día siguiente o empezar a viajar solo a
sitios desconocidos, aunque sólo sea la sala de cine del centro comercial de tu
barrio. Por eso empieza con algo fácil que a partir de esta semana, la primera
del 2012, te permita al menos reconocer una nueva perspectiva en algo que haces
cotidianamente. Quizá sea llamar a un amigo que hace tiempo que no está en tu
círculo más cercano o empezar a hacer deporte en vez de sentir pena por ti
mismo cuando te ves, o bailar por las mañana con música cañera…no sé, decide tú
y sal de tu zona de confort para volver a apreciar los colores, los sonidos,
los sabores del mundo en el que vives.
Disfrútalo
y sé consciente de que una vez que estás constantemente disfrutando del cambio,
de las secuencias de imágenes, de la variedad de personas…eso, acaba
convirtiéndose también en zona de confort….y, de nuevo, debes respirar y reflexionar sobre si tu vida
es la que te mereces y la que quieres ahora y dentro de 10, 20…años…¡ya sea en
NYC o en la zona del mundo que tú elijas!
¡Qué
tengas el mejor 2012!