Páginas

julio 15, 2014

Si me lo pides mirándome a los ojos...¡te digo que sí!



Estos días me encuentro frecuentemente trabajando con mi ordenador en la preparación de programas, cursos… en la cafetería de una de las librerías que más me gustan de Roma.  Es un espacio tranquilo, con tanta luz y desde la que se ve la calle por un lado y todo un sin fin de libros por otros. Para mi, un de los lugares perfectos para atraer mi creatividad y productividad.


Esta vez he descubierto que además se puede usar la conexión a wifi de forma gratuita previa inscripción a través de la web de la empresa que ofrece la conexión. Cuando te das de alta entras en un espacio en el que te saludan y además tienes una carpeta de mensajes instantáneos que funciona como un chat entre las personas conectadas a esa wifi en ese espacio.

En este detalle no me hubiera fijado de no ser porque hoy me ha aparecido un 1 indicando que tenía un mensaje al lado del símbolo del sobre cerrado que todos conocemos que quiere decir mail. Pensaba que sería publicidad del sitio sin embargo mi sorpresa ha sido tal cuando me he encontrado con un mensaje de alguien de nombre Giovanni saludándome preguntándome si me gustaría dejar de trabajar durante 5’ para tomarme un café con él y luego cada uno volver a nuestras respectivas tareas de trabajo.

Después de sonreír he mirado hacia un lado, hacia otro…todas las mesas estaban ocupadas, en algunas había un chico, en otras varias personas…y todo el mundo parecía estar pensando en lo suyo sumergidos en los libros, cuadernos, conversaciones o móviles.

¿Quién será este Giovanni? ¿el chico guapo del fondo? ¿el de aspecto intelectual de delante? ¿el señor algo más mayor con el ordenador? Lo que sí me ha quedado claro es que él sabía quién era yo. 


La interacción humana se ha transformado en un fenómeno excesivamente digital y despersonalizado. ¿De verdad es tan complicado entre seres humanos  interactuar sin ocultar su propio yo detrás del anonimato de un aparato electrónico?

Me hubiera gustado que fuera quien fuera se acercara, me saludase con su mejor sonrisa y me preguntara lo mismo que me ha preguntado a través de un chat pero de forma presencial…

Cuando estás trabajando todo el día solo, ¡claro que te apetece parar 5’ y poder verbalizar algo con otro ser humano! aunque solo sea por saber que sigues teniendo la capacidad de emitir sonidos.

Sí, me hubiera gustado tomar ese café. Al mensaje no he contestado.