He
crecido escuchando a mi madre que me decía “nunca pierdas la educación”. La
educación abarcaba todo en mi casa familiar. Desde la sonrisa a las personas
que te obligaban a conocer de pequeño (y
para lo que yo tenía que hacer una
esfuerzo sobrehumano, porque como ya comenté en otro artículo, creo que nací
sin sonrisa social) hasta las pautas más tradicionales como la llamada de
felicitación en los nacimientos, dar las
gracias, respetar a todos por igual…
Y no
sólo me lo han dicho, sino que he tenido la suerte de nacer en una familia
donde todo esto lo podía apreciar en el día a día. El respeto por los demás ha
sido y será siempre el pilar fundamental, así como el trabajo y la
responsabilidad o la lucha por el amor y hacer el bien y además divertirse. No
sólo lo decían, mis padres lo demostraban en el día a día y así yo crecí
pensando que era lo normal.
Sin
embargo, hace poco he asistido a una reunión en la que pude comprobar que todo
esto no es lo normal. Encontré que la mala educación tiene sitio en la
sociedad, ¡y más sitio del que yo pensaba! Pero lo que más me preocupa es que
estas personas son las que exigen una educación exquisita para sus hijos, o
personas que exigen a sus empleados y a sus equipos respeto unos con otros y
ellos creen que la única responsabilidad que tienen es la de exigirlo (y de la
manera más desagradable). David Sousa, experto en funcionamiento del cerebro en
la educación, explicaba cómo la forma más eficaz de enseñar algo a alguien es
por imitación. En el aprendizaje va a tener siempre más peso lo que hagas que
lo que digas que tienen que hacer. Y esto funciona igual hacia los hijos, hacia
los empleados o colaboradores, en la familia, en la política…si quieres que
alguien aprenda a ser o a comportarse de una determinada forma ¡empieza por ser
tú su modelo!
Por
desgracia, estas personas impertinentes y mal educadas te la vas a seguir
encontrando. Y por eso te recuerdo lo que decía Will Smith en una de sus películas:
“si tienes un sueño tienes que protegerlo”. Si tu sueño, como el mío, es ser
feliz (o algo parecido) tienes que protegerte. Porque la mala educación, la
impertinencia, el egoísmo…los vas a afrontar y llegarán disfrazados de seres
humanos en tu más rutinaria cotidianeidad. Durante mucho tiempo he justificado
a las personas que lo hacían pensando que no eran conscientes. Creo que hoy,
después de haber vivido lo suficiente, no lo justifico más y considero que cada
uno es responsable de su comportamiento. A mi también me hubiera salido fácilmente
de forma instintiva responder mal a las impertinencias recibidas hace poco en la reunión, pero no lo hice por respeto a los demás que estaban allí; a mi
también me hubiera gustado echar la culpa de mi timidez a factores externos pero
he sido responsable y he invertido muchas horas de mi vida en formarme y crecer
personalmente; a mi también me hubiera
sido más cómodo no pensar en cómo sacar una sonrisa a las personas con la que
me encuentro y aunque a veces es difícil porque se me olvida poner la atención
fuera de mi, lo intento y como dice Richard Bandler al final del día me
pregunto “¿a cuántas personas he hecho felices hoy?”. Todo esto se llama
responsabilidad, que como explica mi maestro Claudio Belotti, “respons-abilidad”
es la “habilidad de responder”.
Ahora
más que nunca, porque estoy en ese momento mágico de la vida en que eres lo
suficientemente adulto para agradecer al universo todo lo que te ha ofrecido y
te sigue ofreciendo, mantengo la educación y la serenidad aunque esté delante de la persona más impertinente
del mundo. Además, con años de formación en técnicas de Programación Neurolingüística he aprendido
que, como decía Eleanor Roosevelt, “nadie
puede herirte sin tu consentimiento”.
He
tardado muchos años en encontrar mi sonrisa social, he luchado mucho por
conseguir el equilibrio, ese lugar personal que describe el gurú espiritual
Osho en el que cuando te preguntan “¿por
qué estás feliz?” tú no sabes qué
contestar pero eres inmensamente feliz. Y aunque sigo siendo la persona sensible
que se derrite ante un abrazo o el amor de alguien especial y que ama
profundamente, ahora he aprendido a protegerme sobre todo de las personas
tóxicas, de las impertinentes y de las mal educadas.
Recuerda:
si tienes un sueño tienes que protegerlo. Mi sueño es mi felicidad por eso lo
protejo, espero que tú también lo estés haciendo.
¡Que
tengas una feliz semana!
Paloma